En una tarde soleada, un niño pequeño con cabello rizado y mirada soñadora se sentó en el parque. Su sonrisa iluminaba el lugar, y todos los que pasaban no podían evitar mirarlo. Este niño, con su espíritu libre, parecía estar en su propio mundo, lleno de aventuras y sueños. La brisa suave movía sus rizos, y en sus ojos se reflejaban historias que solo él conocía.
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A veces, los adultos olvidan lo que es soñar. Este niño, con su mirada profunda, nos recuerda que siempre hay espacio para la imaginación. En un mundo lleno de preocupaciones, su alegría es un recordatorio de que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas. La vida es un viaje, y cada día es una nueva oportunidad para soñar y explorar. Así que, nunca dejes de mirar hacia arriba y seguir tus sueños.
